Saldremos de Adamuz en nuestro vehículo por la carretera A-421 en dirección a Villafranca de Córdoba y, a unos 600 metros y en el margen izquierdo, se localiza el inicio del sendero, justo antes de llegar a un puente sobre el arroyo Concejo. En este punto nos desviaremos y llegaremos a una zona donde podremos estacionar el vehículo y comenzar la ruta.
Este sendero discurre, en la primera parte del trayecto, por la margen izquierda del arroyo Concejo. Aguas arriba, este curso fluvial conserva diversos elementos hidráulicos de interés como el Molino del Gollizno, que podrán verse en la Ruta del Agua. En los márgenes de su cauce, la vegetación de ribera se dispone en bandas paralelas en función de las necesidades de humedad y resistencia a los desbordamientos del arroyo.
En este primer tramo de la ruta apreciamos algunos árboles frutales como la higuera (Ficus carica), el membrillo (Cydonia oblonga) y el granado (Punica granatum). Destacan algunos pies de encinas dispersos, que dan lugar a retazos de monte alto característico de Sierra Morena, representado en esta ocasión por el lentisco (Pistacia lentiscus) y la coscoja (Quercus coccifera).
También cabe destacar la presencia del cultivo del olivar a lo largo del recorrido. El olivar es un ecosistema antropizado modelado por la mano del hombre durante miles de años, que se ha convertido en el hábitat de numerosas aves, mamíferos y reptiles como el lirón careto (Eliomys quercinus), el meloncillo (Herpestes ichneumon), la jineta (Genetta genetta) o el mochuelo (Athene noctua), un paisaje que nos cuenta acerca del pasado, presente y futuro de Adamuz, cuya economía está vinculada casi en su totalidad a este cultivo.
En el ámbito por el que discurre el recorrido se pueden observar varios usos diferentes del suelo, desde el arraigado cultivo del olivar de sierra hasta labores hortelanas en las huertas cercanas. Es el olivo quien nos acompañará durante gran parte de este trayecto, pues lo encontraremos a ambos márgenes del camino, fragmentando el ecotono producido entre la olmeda de los márgenes del cauce de agua cercano y la dehesa junto con el bosque mediterráneo. En los numerosos cortijos existentes predomina la fauna antrópica caracterizada por la presencia de especies como el ratón doméstico (Mus musculus), vencejo común (Apus apus), avión común (Delichon urbica), golondrina común (Hirundo rustica), lechuza (Tyto alba) y lagartija ibérica (Podarcis hispanica).
Continuamos, dejando a la izquierda la Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) de Adamuz, dedicada a depurar las aguas negras residuales de origen urbano para devolverlas en óptimas condiciones al medio natural.
Seguimos y cruzamos el arroyo Concejo, dejando atrás espesos cañaverales, refugio de numerosas aves insectívoras.
A continuación comenzamos a ascender suatencia de un nutrido ejército de predadores alados, en la mayoría de los casos, como el águila perdicera (Hieraetus fasciatus) o el busardo ratonero (Buteo buteo).
Continuamos el sendero por un camino que se estrecha con afloramientos de piedra molinaza, muy común en la zona del Alto Guadalquivir y utilizado en las obras civiles de Adamuz como la Torre del Reloj o el Centro del Olivar de Sierra.
La gran variedad de orquídeas que aparecen en esta parte del sendero es digna de mencionar, ya que en tan solo unos cien metros, podremos encontrarnos hasta 7 especies diferentes, dependiendo, eso sí, de lo avanzada que esté la primavera. Cada una de ellas está especializada en la polinización por un tipo de insecto. Todas las orquídeas están protegidas, por lo que debemos abstenernos de cortarlas, pudiendo coleccionar en su lugar las mejores fotografías de éstas que seamos capaces de tomar.
A lo largo del recorrido será común que el sendero se encuentre circunscrito por muros de piedra seca. Estos muros son antiguas construcciones que se realizaban de manera manual con piedra de la zona y que servían para delimitar las parcelas o los caminos públicos, como en el que nos encontramos y que todavía hoy día se conserva.
En esta parte de la ruta hay diferentes tipos de jaras que cobran una gran relevancia, ocupando todo el estrato arbustivo con una gran espesura y frondosidad, únicamente salpicada por pies de encina dispersos de gran tamaño, para irse aclarando conforme vayamos avanzando, apareciendo gamón (Asphodelus aestivus) y cebolla albarrana (Urginea maritima). La fauna huidiza y esquiva de estos parajes está representada básicamente por lagomorfos y faisánidos, siendo la liebre (Lepus granatensis) y el conejo (Oryctolagus cuniculus) los más presentes de la primera familia y la perdiz (Alectoris rufa), de la segunda.
Proseguiremos nuestro camino y quedará a nuestra izquierda los restos de un antiguo horno de cal, en el que se cocía la piedra caliza, muy abundante en la zona, para obtener cal con la que se encalaban las casas de color blanco.
Pasada la calera llegaremos hasta un mirador natural donde podremos contemplar una panorámica de la cuenca del arroyo Tamujoso, cuyo cauce recorre un itinerario serpenteante hasta su desembocadura en el río Guadalquivir, formando meandros entre los macizos cubiertos por muy diversas manchas de vegetación autóctona como el encinar; de repoblación, como el pinar y los eucaliptos; de ribera, como los olmos y de cultivo, como el olivar. Observamos que parte de la vega del arroyo es aprovechada con fines ganaderos.
Continuamos el sendero en paralelo a la sinuosa carretera en dirección a Pedro Abad, que va quedando a nuestra izquierda. Finalizamos en una explanada circular desde donde se divisa la cima del Peñón del Jituero, camuflado por una repoblación de eucaliptos con monte bajo y alto como jara, lentisco y coscoja, cortejo característico del encinar que existió aquí en tiempos pasados.
Desde la cumbre distinguimos otras formaciones rocosas en la ladera de la montaña frontera, integradas en perfecta armonía con la vegetación circundante. El arroyo Tamujoso separa ambas laderas y atraviesa la carretera gracias a la construcción del Puente de la Bandera y de otro posterior, transitable en la actualidad.
El Peñón del Jituero o del Águila pone un punto y final apoteósico a esta ruta, que por su mimetismo con el entorno que le rodea, es un camino de sensaciones.
Esta formación rocosa de Cuarcita Armonicana (con una antigüedad de 480-475 millones de años) se ubica en la margen izquierda del arroyo Tamujoso. Este bello paraje es hábitat de multitud de especies de fauna emblemáticas de Sierra Morena entre las que destacan la nutria, el búho real, el autillo y la garza real, entre otros.
La singularidad de este paraje lo han convertido en la zona más importante para la práctica de la escalada en la comarca del Alto Guadalquivir, además de ser un referente en la provincia de Córdoba.
En esta escuela de escalada se localizan una veintena de vías con grados comprendidos entre Vº y 8º. La altura del peñón es de 40 metros, contanto con varias vías fraccionadas en dos largos, de grados asequibles.
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